lunes, 19 de agosto de 2013

CIAO

Es extraño pensar que el único objeto que no tiene sonido alguno al romperse es el corazón. Salta en mil pedazos diminutos que no hacen ningún ruido cuando impactan contra el suelo. Tampoco las lagrimas emiten melodía cuando discurren por las mejillas. El dolor suele ser silencio; un silencio de ausencia, de incomprensión, de impotencia e indefensión. Es un silencio de noches en vela, de ojos centinelas que dibujan formas ausentes en las sombras o de sueños que presentan una realidad ya consumida. No hay dolor más agudo en el corazón que perderlo, que sea arrancado. La misma fuerza que anteriormente le hacía latir ahora se ha marchado con él para no volver jamás. Y esto es el gran final narrado en el backstage de los amores decimonónicos.